viernes, 19 de marzo de 2010

Oraciones a San José (II)


ORACIÓN DE UNA RELIGIOSA
A SAN JOSÉ

SAN JOSÉ, vos me conocéis bien, puesto que soy la prometida de vuestro Jesús. Pero, como lo conozco aún tan poco, lo amo también muy poco. Hay aún en mí muchas cosas que no son enteramente suyas. Vos habéis conocido a Jesús muy bien, nadie como vos, salvo María, haced que yo lo conozca. Vos lo habéis amado mucho, comunicadme vuestro amor. Vos, que gozabais de un trato íntimo con Él, dadme un poco de vuestra intimidad respetuosa respecto a Él. Vos, que erais el casto esposo de la Inmaculada, haced de mí una esposa toda casta de vuestro Jesús. Vos, que vivíais la pobreza con Jesús, hacedme toda pobre con Él. Vos, que erais tan obediente a la Providencia divina, hacedme perfectamente obediente con respecto a mis Superiores como el mismo Jesús lo era para con vos.



ORACIÓN DE UN JOVEN PARA ELEGIR A SAN JOSÉ
COMO GUÍA Y PROTECTOR DE SU VIDA

SAN JOSÉ, el mismo Hijo de Dios os eligió para ser su padre, su guía y protector en su infancia, su adolescencia y su juventud. Él quiso ser guiado por vos en todos los caminos de su joven existencia terrena. Vos cumplisteis vuestra misión con total fidelidad. Yo también quiero confiaros mi juventud. En nombre de Jesús, os ruego encarecidamente que seáis mi guía y mi protector, me atrevo a decir mi padre, en la peregrinación de mi vida. No permitáis que me aleje del camino de la vida que está en los Mandamientos de Dios. Sed mi refugio en las adversidades, mi consuelo en las penas, mi consejero en las dudas, hasta que llegue finalmente a la tierra de los vivientes, al cielo, donde gozaré en Jesús mi Salvador con vos, vuestra santísima esposa María y todos los Santos. Amén.



ORACIÓN DE UNA JOVEN
A SAN JOSÉ

SAN JOSÉ, Dios os confió la joven más santa y más bella, la Virgen María. Ella pudo abandonarse a vos con total confianza, con su alma y su cuerpo, sabiendo que respetaríais fielmente todos los designios de Dios en Ella. En nombre de María, vuestra esposa virginal e inmaculada, os ruego que seáis mi protector, que guardéis mi alma y mi cuerpo para los designios de Dios. Si Dios me ha destinado a la misión admirable de la maternidad según la carne, elegid para mí un novio que se os parezca, que sepa respetarme, que sepa amarme con amor auténtico en Dios, que me guarde íntegra para el feliz día de nuestra boda, que camine conmigo en los senderos de un amor conyugal verdaderamente cristiano y santificador, que ame en Dios a nuestros hijos, frutos de nuestro amor, y los eduque conmigo para Dios, que proteja en ellos a vuestro Jesús y que me ame un poco como vos habéis amado a María.
Pero, si Dios me ha destinado a la vida religiosa, a ese matrimonio con el Verbo hecho carne en la pobreza, la obediencia y la continencia perfecta, guardadme totalmente para Jesús como habéis guardado a María.
Proteged mi alma, proteged mi cuerpo para Jesús, conducidme muy cerca del que quiso ser como vuestro hijo y retenedme siempre muy cerca de Él. Amén.